Desde 1997, cada 23 de abril celebramos la fiesta de Sant Jordi en el Castell de Mediona.
Cada mañana de este día tan memorable, Ramón se ocupa de enbanderar las ventanas que dan a la terraza. Siempre pone la senyera de la creu de Sant Jordi y la senyera catalana.
Cada mañana de este día tan memorable,
Desde 1997, cada 23 de abril admiramos esa rosa –siempre distinta, siempre original—y ojeamos ese libro del que habíamos hablado antes. Ya nos adelantábamos al acontecimiento, saltándonos todas las normas, haciéndonos cómplices de aquel relato, fábula, cuento, ensayo, que a los dos nos hacía ilusión.
Hoy ya han pasado once años. Nuestra biblioteca se ha visto aumentada, como mínimo, en once libros. En realidad son más, pero, no cuentan para este día: responden a otras fiestas señaladas. Nuestro jardín, el jardín de todas las personas a las que les gusta pasear por este lugar respetando a todas sus plantas, se encuentra con una rosa más: ya son once, pero en realidad son veinte, porque a esas hay que sumar unas cuantas más que hemos transplantado en diciembre (los “palitos”, tal como dice mi mamá) . No me olvido de sumar a esas rosas los “pitiminís” que algunos pretendientes le trajeron a nuestra hija Nayra. Todas esas rosas, grandes y pequeñas, rosas y azules, lilas y amarillas, blancas y rojas, forman parte del Sant Jordi en el Castell de Mediona.
Pensando en los libros, intento recordar con todas mis fuerzas el primero que me regalaron. Mi sorpresa es llegar a lo más, lo más atrás de mi infancia. Y me encuentro con el “silabario”, ese librito lleno de dibujos atractivos que me ayudaron a aprender a leer y a escribir. Cuando logré dominarlo me sentí maestra y comencé esa fascinante aventura de enseñar a mis hermanos a leer. No olvido aquellos momentos de “maestra de escuela” con siete años: parece que me estoy viendo, sentada a los pies del cerezo de la casa de El Naranjo, jugando a enseñar a leer y a escribir a los “vallecitos”.
Mi próximo recuerdo me lleva sin duda ninguna, a las largas tardes sentada delante de una repisa pequeñita en el salón de la casa de Iquique, con toda aquella colección de 20 tomos de “El Tesoro de
Fascinante, este Sant Jordi me ha llevado a pasear por mi infancia, me ha ayudado a recordar esos libros que me han acompañado siempre, a desear otros que aún no han llegado a mis manos y me ha ayudado a oler la fragancia de esas rosas maravillosas que con tanto mimo regamos, podamos y cuidamos .
1 comentari:
wowwwwwwwwwwww
esto se anima!!!!
me ha gustado mucho, mucho, muchisísimo... un cachito de espíritu del Castell de Mediona!!!
Fdo: La pretendida, jis, jis, jis
Publica un comentari a l'entrada